
El rápido crecimiento de la población afecta a la mega ciudad ya que Buenoa Aires no es una provincia del todo preparada para abastecer las necesidades del área urbana como el transporte, las viviendas, la provisión de un sistema de distribución de agua potable y de cloacas, la distribución de comida y energía, como tampoco la disposición de residuos domiciliarios e industriales. El aumento en la población requiere de un movimiento más amplio en la ciudad y en consecuencia aumenta la contaminación ambiental la cual si bien nos afecta a todos, las personas con un bajo nivel económico son las más influenciadas. El
9,16 % de los argentinos viven cerca de la cuenca Matanza Riachuelo que ocupa tan sólo
un 0,6 % del territorio nacional. En la zona afectada viven 5 millones de habitantes, de los cuales el 35% de la población no tiene agua potable y el 55% no posee cloacas. Estas personas no tienen una vivienda digna y son expuestas dia a dia a distintas enfermedades, entre ellas predominan las cardiovasculares y las dérmicas, los tumores y diarreas, ocasionadas por el contacto o el consumo de aguas contaminadas que entre otras sustancias, poseen metales pesados y nitratos. Las malas condiciones sanitarias, el deterioro de la calidad de las aguas subterráneas y las recurrentes inundaciones que afectan las zonas bajas acentúan la transmisión y el contagio. Debemos de ser conscientes de la toxicidad del río y del peligro de salud que este provoca
9,16 % de los argentinos viven cerca de la cuenca Matanza Riachuelo que ocupa tan sólo
un 0,6 % del territorio nacional. En la zona afectada viven 5 millones de habitantes, de los cuales el 35% de la población no tiene agua potable y el 55% no posee cloacas. Estas personas no tienen una vivienda digna y son expuestas dia a dia a distintas enfermedades, entre ellas predominan las cardiovasculares y las dérmicas, los tumores y diarreas, ocasionadas por el contacto o el consumo de aguas contaminadas que entre otras sustancias, poseen metales pesados y nitratos. Las malas condiciones sanitarias, el deterioro de la calidad de las aguas subterráneas y las recurrentes inundaciones que afectan las zonas bajas acentúan la transmisión y el contagio. Debemos de ser conscientes de la toxicidad del río y del peligro de salud que este provoca

A pesar de ser el río más contaminado en el país, hay tiempo de revertirlo, no es un caso perdido, no hay que bajar los brazos y accionar al igual que el proyecto Acumar que ya hace varios años trabaja en limpiar la cuenca. Con responsabilidad y voluntad cada uno puede ayudar desde su posición para que esto se revierta y para reducir el impacto generado. No hay solo un responsable, todos somos culpables pero aún hay tiempo de remediarlo.
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